En
honor a la Virgen Natividad y el
Niño Mariscal Chaperito, se corrieron siete toros de las ganaderías Paiján
(1°, 2°, 4°, y 5°) y San Pedro (3°, 6°, y 7°), disparejos en presencia y juego; siendo acartelados los diestros Pedrito de Portugal (Portugal), Salvador Cortés
(España) y Alfonso Simpson (Perú). Lleno total en los tendidos, tarde soleada
por el brillo del astro rey, ensombrecida por la negligencia humana…
La
informalidad y la ineficiencia de las comisiones y los comisionados son una
piedra en el zapato para llevar a cabo un espectáculo taurino de calidad en
todo sentido. El pasado domingo 10 de setiembre en Canta (Lima), de milagro, al
menos una decena de civiles, se salvaron de morir a merced de un toro escapado.
Se aguardaba el paseíllo, y lógicamente la puerta de cuadrillas estaba abierta,
lo ilógico era que la puerta de chiqueros lo esté. La negligencia de los
torileros hizo que un astado de Paiján salga al albero, y al ver la luz de la
puerta de cuadrillas, huyó por ahí, arrollando todo lo que en su paso encontrara.
Heridos hubo, afortunadamente no de gravedad, lo que no sabemos es si hay
responsables a los que se les haya impuesto la sanción correspondiente, o peor
aún, no sabemos si hay alguna sanción correspondiente. Es pues, la informalidad, la
falta de un reglamento, la falta de autoridad presente, los que tanto daño
hacen a la fiesta. Y ni qué decir del comportamiento de esos palomillas de
tendido, ultra conocedores de la tauromaquia, a tal punto de exigir la
supresión del tercio de varas a punta de arrojar objetos al picador; malos
elementos a los cuales se les debería sacar ipso
facto de la plaza, sea en Canta o cualquier placita por muy modesta que
sea.
Superado
en incidente, ya sin paseíllo por hacer, puesto que el toro estaba ya en el
albero, en medio aún de la confusión general, se rompió el orden de lidia y fue el diestro peruano quién abrió plaza.
Pedrito de Portugal (verde botella y
oro)
A
su primero - segundo en orden de lidia por correr turnos debido percance a la
hora del paseíllo - jabonero de manto, lo recibe por verónicas; el de Paiján
tumba el caballo durante la solitaria vara, al cual acudió con la cabeza a
media altura. Con la muleta, el portugués solo nos deja una serie corta por
derecha, luego sería un tanteo soso, con un toro venido a menos. En la suerte
suprema intenta matar recibiendo y deja tres cuartos, perpendicular y caída.
Cinco descabellos después y tras aviso da muerte al morlaco. Silencio.
Con
el cuarto corrido se reestablece el orden de lidia, es turno para uno de
Paiján, sardo de manto, cornigacho, bien presentado. Tras buena y solitaria
puya tumba al caballo. El portugués quita por chicuelinas, el bicho se emplea,
tiene recorrido y humilla en cada embestida, promete, pero durante la brega del
tercio de banderillas se acalambra la pata. Con la muleta, Pedrito inicia por
estatuarios seguido de una buena serie por derecha, el de Paiján embiste con
fijeza, humilla, pases lentos, pero pronto el calambre pasa factura y le
imposibilita pisar con la posterior izquierda. No hay nada más que hacer que poner
fin tras dos pinchazos y descabello. Silencio.
Cierra
plaza un San Pedro, negro listón de manto, el mejor presentado del encierro;
alegre de salida, remata en tablas, y se emplea en el capote del portugués. Parece
ser que ya estuviera institucionalizado que el tercio de varas en Canta suceda
bajo una lluvia de objetos lanzadas desde los tendidos, entre latas de
cervezas, gaseosas, naranjas, etc. Llevamos algunos años acudiendo
religiosamente a la corrida canteña y la historia sigue siendo la misma,
lamentablemente. ¿Y las autoridades? Seguirá siendo la misma pregunta, sin
respuesta… solitaria puya.
Con
la muleta inicia por pases cambiados por la espalda a corta distancia, la serie
de derechazos son a gusto, el morlaco humilla y embiste con cierta calidad. Cumplidor
con los naturales, pues el pitón izquierdo es el que más exige; y si hay un
derecho bueno, para qué complicarse con el otro, más aún si se torea a son de
la partitura pedida, más aún cuando el toro está venido a menos y acude al
engaño con empalagosa nobleza, más aún si el tendido festejará que el matador
le ponga un sombrero a su oponente. Pedrito lo sabe y sabe sacar provecho, qué
importa lo demás. Concluye con descabello tras pinchazo y tres cuartos de
estocada. Vuelta al ruedo.
Salvador Cortés (Azul pavo y oro)
Hacía
ilusión ver al torero sevillano, sabedor de lo que se siente salir por la
Puerta del Príncipe de la vieja Maestranza. A la hora de la hora nos quedamos
con un mal sabor de boca, pero bueno, una mala tarde la tiene cualquiera.
El
tercer toro de la tarde hace de su primero, negro listón bragado de manto, de
la ganadería San Pedro, justo de presentación, recibido por verónicas al cual
no mete la cara. La solitaria puya delantera se celebra entre lluvia de latas
de cerveza.
Con
la muleta inicia por abajo, el astado no lleva calidad en la embestida, siendo
corta, acude rebrincando, dejando sin opciones más que para pases sueltos y
desplantes para mantener la atención del público. Con la espada deja estocada
profunda ligeramente caída. Sin haber petición mayoritaria, el juez regala el
apéndice.
A
su segundo, quinto en orden de lidia, lo recibe por verónicas, y lo mejor que
veríamos del sevillano fue el remate de media verónica. El toro es de Paiján,
negro listón de pelos, anovillado, justo de fuerza, apenas señalado ante el
peto.
El
último tercio pasaría sin mayor historia, muletazos sueltos enganchándose en
los pitones, aires festivaleros del sevillano… despacha de estocada caída y
desprendida, el de Paiján dobla tras aviso. Silencio.
Alfonso Simpson (Turquesa y oro)
El
peruano se echa la tarde al hombro y sale a lidiar, aún en medio del susto y
desorden, al toro escapado de Paiján, negro de capa y justo de presencia. Lo
torea a la verónica, lo lleva galleando por chicuelinas para que el
varilarguero propine solitario castigo.
Inicia
con doblones, calidad no trae el bicho, se raja pronto; el limeño porfía pero
no hay opciones ante el mansurrón. Despacha de varias estocadas tras aviso.
Silencio.
El
corrido en sexto lugar es de San Pedro, negro listón de manto y de buenas
hechuras. El peruano recibe por lances genuflexos con el capote, conduciéndolo
hacia los medios. Ante el peto va al relance y embiste a media altura.
Con
la muleta lo conduce por doblones, el morlaco trae nobleza y mete la cara en la
pañosa, lo marca por derecha y al natural, torea en redondo, adorna con
trinchera de clase, Simpson está a gusto y pide marinera, el San Pedro le
permite lucimiento y ensaya poncinas; faena medida de tiempo, ni más ni menos,
correcto el peruano, sin caer en tremendismos. Con la espada pincha, deja
estocada desprendida y perpendicular, finalmente despacha tras dos descabellos
y aviso. Vuelta al ruedo.
Ficha del festejo:
Canta,
10 de Setiembre del 2017; plaza de toros portátil Torokuna; tarde soleada con
lleno total en los tendidos, en honor a la Virgen Natividad y el Niño Mariscal Chaperito, se
corren siete toros de las ganaderías Paiján (1°, 2°, 4°, y 5°) y San Pedro (3°,
6°, y 7°) disparejos en presencia y juego.
- Pedrito de Portugal (Verde botella
y oro): Silencio, silencio y vuelta al ruedo.
- Salvador Cortés (Azul pavo y
oro): Oreja y silencio.
- Alfonso Simpson (turquesa y
oro): Silencio y vuelta al ruedo.
Previo al paseíllo que no existió. |
Alfonso Simpson, por chicuelinas al paso al primero de la tarde. |
Pedrito de Portugal por derecha con su primero. |
Derechazo de Salvador Cortés al que desorejaría. |
Pedrito de Portugal por chicuelinas al de Paiján. |
El sevillano con su último. |
Alfonso de Lima por doblones al de San Pedro.
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